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A 20 años de la primera genialidad de Messi

Ver a Lionel Messi marcar goles todos los fines de semana se ha convertido en algo cotidiano en la vida de los fanáticos del fútbol. De taco, de zurda, derecha, con la mano, de tiro libre, tocándola suave por encima del arquero, optando por un bombazo inatajable o eludiendo a todo el conjunto rival si veía la oportunidad. Un hermoso popurrí para hacer explotar la pelota en la red del equipo contrario. Pero esta historia de amor entre el 10 argentino y grito sagrado de gol tiene un inicio, un primer contacto, que se dio el 1° de mayo de 2005.

El Camp Nou, la segunda casa de Leo y espectador de lujo de todas sus grandes hazañas y partidos memorables, también fue el escenario para el primer festejo de Messi con los Blaugranas. Por aquel entonces, el campeonato era animado por los dos grandes monstruos de LaLiga, Real Madrid y Barcelona, y el equipo de Frank Rijkaard podía comenzar a asegurarse el campeonato si lograba la victoria ante Albacete en condición de local.

Con figuras como Ronaldinho, Iniesta, Puyol, Rafa Márquez y Deco, entre otros, ese equipo tenía todo para lograr el título. Además, contaban con la carta goleadora de Samuel Eto’o, el camerunés que tuvo una gran temporada y se despachó con 24 goles, aunque eso no le alcanzó para ser el Pichichi de LaLiga, premio que obtuvo el uruguayo Diego Forlán con 25 goles.

En los papeles, Barcelona debería ganar con comodidad ese encuentro ante un Albacete que estaba peleando el descenso y había perdido los últimos siete partidos de manera consecutiva. A pesar de haber tenido numerosas chances, el puntero tuvo que aguardar al segundo tiempo para poder sacar la primera diferencia. Eto’o, gracias a un disparo desde afuera del área que pegó en el poste izquierdo del arquero visitante y terminó ingresando, fue el autor del primer tanto a los 66 del segundo tiempo.

Corrían 87 minutos del encuentro cuando se produjo un cambio que iba a marcar la historia del fútbol. Mientras Eto’o salía del estadio aplaudido por los fanáticos luego de haber hecho su labor, del otro lado de la línea de cal aguardaba un joven de 17 años con pelo largo, la camiseta adentro del pantalón y la 30 en la espalda. Se trataba de Lionel Messi, aquel chico de La Masía del que todos habían oído hablar y deseaban ver en las canchas para confirmar si lo que se hablaba era cierto: que era un crack. Y no tardó más de 5 minutos en demostrarlo.

A falta de un minuto para que se cumpla el tiempo reglamentario, Ronaldinho tomó el balón, eludió rivales y cuando se estaba acercando al área, levantó la cabeza y pinchó la pelota hacia la ubicación de Messi. Lejos de ponerse nervioso por enfrentar al arquero, el argentino amagó a pegarle fuerte y picó la bocha por encima del 1, que quedó desparramado sin chances de tapar la bola. Messi sonríe, va en busca de Dinho para abrazarlo y se encuentra con la sorpresa de que el juez de línea había levantado la bandera. Su primer golazo en Barcelona había sido anulado por fuera de juego injustamente, ya que Leo estaba correctamente habilitado. Pero para Messi la segunda fue la vencida.

Casi como un calco de lo que había ocurrido minutos antes, el 10 brasileño volvió a levantar la pelota para asistir a Messi, que al quedar mano a mano con Raúl Valbuena, el arquero de Albacete, optó por repetir la misma fórmula: mucha tranquilidad, toque suave por encima del portero y la pelota ingresó pidiendo permiso. Seguido de esto, el joven argentino salió corriendo agitando sus brazos, como incrédulo de lo que había acabado de hacer, e inmediatamente se dio vuelta para buscar a su cómplice, el brasileño que le había entregado dos pases gol en 5 minutos y que, con una sonrisa de oreja a oreja, también se sumó al festejo de Messi, que marcó así su primer gol en Barcelona y en LaLiga.

Este triunfo lo dejó a Barcelona a seis unidades de Real Madrid a falta de cuatro encuentros y marcó el rumbo para el tramo final del torneo, que terminó siendo obtenido por los Blaugranas unas fechas más adelante. Messi no tuvo mucha participación en esa competencia y sólo disputó 75 minutos, los cuales se dividieron en siete partidos en los que ingresó desde el banco de suplentes, y marcó un solo gol, este recordado ante Albacete.

El Camp Nou se rindió a sus pies, los aplausos llovieron a montones y Messi, mientras en España y gran parte del mundo se celebraba el Día del Trabajador aquel 1° de mayo de 2005, daba inicio a una historia que hasta el día de hoy no tiene fin.

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