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La dinámica defensa que impulsa el March Madness de Notre Dame

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Hannah Hidalgo, la electrizante base de Notre Dame (3:36)

Con 20 años, la basquetbolista de origen puertorriqueño está acaparando la atención del mundo deportivo y abrazando su herencia boricua un año después de reescribir el libro de récords de una sola temporada de Notre Dame. (3:36)

Notre Dame buscará vengar su derrota anterior ante TCU, esta vez por seguir firmes rumbo a su meta de ganar el título de la NCAA.


CAEN RÁFAGAS DE NIEVE en una noche de febrero en Pittsburgh. Una multitud entusiasta -- algunos niños, otros adultos, algunos guardias de seguridad -- se reúne frente al Centro de Eventos Petersen. Se quedan de pie junto al autobús de Notre Dame, intentando entrar en calor mientras esperan.

Menos de una hora antes, el equipo de baloncesto femenino ranqueado No. 2 en la nación venció a Pittsburgh por 88-57, logrando su 17ma. victoria consecutiva. El magnífico trío de defensoras de Notre Dame sumó 61 puntos, 18 rebotes, 12 asistencias y 10 robos. El grupo que esperaba bajo la nieve ansiaba ver de cerca, hacerse una selfie, o quizás un autógrafo, de las jefas de la defensa, que aparentemente van rumbo a la WNBA.

La primera en salir de la arena fue Sonia Citron, jugadora de último año, con la sudadera del equipo y un abrigo de invierno. Lleva el pelo castaño recogido en la coleta del día del partido. Registró 22 puntos, 10 rebotes y un par de robos y asistencias contra Pitt.

La ex base armadora de Notre Dame, Skylar Diggins-Smith, describe a Citron como "Steady Betty". La entrenadora de Notre Dame, Niele Ivey, la define como la "asesina silenciosa".

Un grupo de cazadores de autógrafos le entrega a Citron balones desinflados, cuadrados de madera dura de imitación y fotos. Ella sonríe, aunque apenas habla, mientras firma. La firma de Citron por sí sola, dicen los buscadores de autógrafos, no vale tanto como la de sus compañeras, a pesar de ser una posible selección de la lotería del draft de la WNBA. Pero si pueden conseguir las tres cosas en un solo artículo, ¡es el premio gordo!

La siguiente en salir es Olivia Miles, con camiseta y pantalones deportivos. Ella tirita y salta intentando entrar en calor mientras firma los objetos que le ponen delante. Sonríe a pesar del frío con cada selfie. Finalmente, una de sus compañeras sale del autobús con una chaqueta y se la pone a Miles sobre los hombros mientras ella sigue firmando.

Miles juega con un estilo que invita a comparaciones con Chelsea Gray, la "point gawd" de Las Vegas Aces. A Miles le encantan los pases sin mirar y tiene la audacia de lanzar pases poco convencionales, como su patentado pase a una mano con efecto de látigo. Al igual que Citron, se proyecta que sea una selección de lotería en el draft de la WNBA del próximo mes.

Contra Pitt, Miles igualó el récord del programa con ocho triples anotados en camino a 28 puntos, 7 rebotes y 5 asistencias.

La última de las tres en salir del vestuario es Hannah Hidalgo, de raíces puertorriqueñas, arropada con un abrigo acolchado y la capucha bien puesta. Chicos la rodean, pidiéndole fotos y su autógrafo. Un guardia de seguridad les dice a los que buscan autógrafos que Hidalgo solo firmará para los chicos. Uno de los que buscan autógrafos expresa su objeción bastante alto. Un balón firmado por Hidalgo puede valer hasta $300, dice uno de ellos.

En la cancha, Hidalgo es pura energía y ritmo. Tiene gran intensidad en la cancha, de una esquina a la otra. A pesar de medir tan solo 1.68 metros (5 pies 6 pulgadas), promedia 24.1 puntos, la tercera mejor del país. En defensa, salta y pone a prueba a la jugadora con el balón, buscando el ángulo perfecto para sacarlo con las yemas de sus dedos. Sus pies y manos están siempre en movimiento. Por cada robo, genera muchos más desvíos y pases malos. Es como una avispa, zumbando y zumbando en la cara de la escolta rival, generando miedo a una picadura hasta que finalmente consigue una. O unas cuantas, considerando que promedia 3.7 robos por partido.

Pero aquí, en el oscuro estacionamiento, Hidalgo tiene paciencia. Hace señas para los niños y sonríe para las fotos.

Tras firmar el último objeto y devolver el bolígrafo, Hidalgo sube al autobús. Los chicos se dispersan. El autobús sale del estacionamiento con la mejor defensa del país.

Nadie vio las barricadas que había justo delante.


SETENTA Y NUEVE MINUTOS después de que suena la chicharra en la derrota de Notre Dame por 86-81 ante Florida State, la primera vez que las Seminoles han ganado en South Bend, la entrenadora de las Fighting Irish, Niele Ivey, sube al estrado flanqueada por Citron.

"Mis disculpas a los fanáticos", dice Ivey mientras el reloj se acerca cada vez más a la medianoche y al último día de febrero.

Mientras Ivey habla, Citron mira fijamente a las estadísticas sobre la mesa, sus mejillas apoyadas en el dorso de sus manos. Aunque el partido terminó hace casi una hora y media, todavía lleva puesto el uniforme. Mete las manos debajo de la mesa. Luego levanta una y apoya la frente contra su palma de la mano. Mueve una pierna nerviosa. Sigue mirando hacia abajo, solo levanta la vista de la hoja de papel cuando le hacen una pregunta.

Las Fighting Irish desperdiciaron una ventaja de 15 puntos en la primera mitad en su noche de seniors el 27 de febrero. Aún más desconcertante, fue su segunda derrota consecutiva tras 19 victorias al hilo para ascender al No. 1 del país. Más preocupante todavía, marzo se acercaba rápidamente. Citron lideró a las Fighting Irish con 21 puntos. Pero Miles e Hidalgo lograron un total combinado de 7 de 25, incluyendo 0 de 5 en triples. La escolta de FSU, Ta'Niya Latson, ganó el duelo contra las tres aclamadas escoltas de Notre Dame. La senior de las Seminoles tomó el control en el último cuarto, anotando 13 de sus 23 puntos para sellar la sorpresa.

"Es una voluntad que debemos tener", dice Citron sobre cómo cambiar la suerte del equipo. "Podemos hablar todo lo que queramos, pero si no cambiamos... nuestra temporada puede acabarse rapidísimo".

Se suponía que su temporada sería muy larga. Tras vencer a USC, Texas y UConn, Notre Dame estaba en la lista corta -- quizás incluso al tope de esa lista corta -- de aspirantes al título nacional. Pero en una temporada larga, pueden surgir baches en el camino hacia el campeonato. Las Fighting Irish se toparon con tres de ellos en la recta final: derrotas ante NC State y Florida State, y luego otra derrota, ante Duke, en las semifinales del torneo de la ACC. En lugar de llegar al March Madness en su mejor momento y con la compostura necesaria, las Fighting Irish llegaron al torneo de la NCAA apagándose, con un récord de 2-3 en sus últimos cinco partidos. El comité de selección tomó nota y relegó a Notre Dame a ser tercer sembrado.

Pero entonces las Fighting Irish arrasaron a Stephen F. Austin y Michigan en las dos primeras rondas por un promedio de 36.5 puntos. Han llegado al Sweet 16. Pero para llegar a donde quieren, alzando su primer trofeo de campeonato nacional desde 2018, Notre Dame tendrá que hacer algo que solo tres terceras cabezas de serie han hecho antes. Y tendrá que ser la defensa la que tome el volante.


TODO LO QUE NIELE IVEY VIO fueron opciones mientras observaba el entrenamiento de verano previo a la temporada 2024-25. Miles e Hidalgo compartían la misma cancha después de entrenar principalmente individualmente durante la temporada baja, y las dos base armadoras se compenetraban a la perfección.

Ivey, su personal, las jugadoras y los fanáticos habían estado esperando esto durante un año.

Miles se inscribió anticipadamente en Notre Dame durante la segunda mitad de la temporada 2020-21 y jugó seis partidos. En sus dos primeras temporadas completas, brilló. Promedió 13.7 puntos, 5.7 rebotes y 7.4 asistencias por partido como freshman (primer año) y 14.3 puntos, 7.3 rebotes y 6.9 asistencias como sophomore (segundo año). En el último partido de la temporada regular 2022-23, se rompió el ligamento cruzado anterior (LCA). Se perdió toda la temporada 2023-24.

Entra Hidalgo, quien tomó el volante sin problemas durante la temporada 2023-24 como jugadora de primer año.

Uno de sus primeros entrenadores de la AAU le dijo a Hidalgo que nunca sería jugadora de la División I. Se equivocó. La base armadora, de baja estatura, se convirtió en una All-American, una superestrella. Estableció récords del programa en puntos por partido (22.6), robos totales (160) y robos por partido (4.6). Lideró a las Fighting Irish al campeonato del torneo ACC.

Mientras tanto, Miles pasó la temporada en el banquillo, compartiendo consejos y aliento con su compañera de equipo más joven.

En teoría, Ivey sabía que Notre Dame contaba con una dupla potente, con Miles regresando de una lesión. Pero las base armadoras nunca habían compartido la duela. En ese entrenamiento de verano, Ivey se permitió soñar en grande.

Se dio cuenta de que interpretaban bien las acciones de la otra en los ejercicios de 2 contra 2 y 3 contra 3. Cuando Ivey las vio en plena práctica, su entusiasmo se desbordó.

"Fue increíble", dice Ivey. "La ofensiva es tanto más rápida porque puedes conectar con más personas. No tienes que conectar con una sola persona. Tienes múltiples opciones".

Tanto Hidalgo como Miles son de Nueva Jersey y jugaron bajo los mismos entrenadores a nivel de clubes. El grupo que dirigía a las Philadelphia Belles cuando Miles jugaba para ellas se fue y formó Philly Rise. Hidalgo fue una de sus primeras estrellas. Ambas son expresivas en la cancha. A Hidalgo le encanta flexionar después de una canasta o una jugada importante; Miles irradia tranquilidad, pero suele celebrar a viva voz y compartir sus sentimientos con frecuencia.

"Las chicas de Jersey son simplemente diferentes", dice Hidalgo.

Ambos son buenos facilitadoras, pero Miles es mejor. Ambos son buenas anotadoras, pero Hidalgo es mejor.

"Olivia tiene una visión extraordinaria", dice la ex entrenadora de Notre Dame, Muffet McGraw. "Nunca he visto a una jugadora que pueda ver lo que sucede en la cancha sin mirar. Es decir, parece tener ojos en todos lados. Sabe que las jugadoras están abiertas antes de que eelas se den cuenta".

"[Hidalgo es] una anotadora dinámica de tres niveles con gran ritmo", dice Diggins-Smith. "Es una competidora feroz. Es en ella en quien confiamos para mantener la ventaja cada noche".

Nunca estuvo en duda cómo Citron encajaría con Miles e Hidalgo; ya tenía química con ambas. Originaria de Eastchester, Nueva York, jugó para las Belles con Miles, y ambas pasaron juntas por el programa de USA Basketball. Mientras Miles estaba lesionada, Citron jugó junto a Hidalgo y promedió 17.3 puntos y 5.5 rebotes.

Ella está lejos de ser una sujetavelas.

"Soni es ella", dice Miles. "Es mi mano derecha. Vinimos a Notre Dame para hacer esto juntas. Tenemos una química increíble. Hace todo lo que este equipo necesita hacer sin decir palabra. Sonia es increíble".

En los primeros cinco partidos de la temporada, Notre Dame también lo fue.


MILES CONSIGUIÓ UN triple-doble en el Juego 1. Hidalgo anotó 28 puntos y robó seis balones en el Juego 2. Lafayette “limitó” a las Fighting Irish a 91 puntos, su mínimo de la temporada para ese entonces, en el Juego 4. En total, Notre Dame ganó sus primeros cuatro partidos por un promedio de 42.5 puntos. El primer gran reto para las Fighting Irish se presentó en el Juego 5, contra JuJu Watkins y USC. Pero el reto nunca se materializó.

Hidalgo anotó 11 puntos en el primer cuarto y sumó dos asistencias. Miles repartió cuatro asistencias en el primer cuarto y sumó cuatro puntos. Citron limitó a Watkins a cinco puntos con 2 de 9 en tiros de campo en la primera mitad. Notre Dame nunca estuvo abajo en el marcador contra equipo No. 3 del país. Las Fighting Irish llegaron a tener ventaja de hasta 21 tantos. Ganaron 74-61.

"Todo el mundo dice que es un juego de escoltas. Son muy dinámicas", dice la entrenadora de USC, Lindsay Gottlieb, sobre Miles e Hidalgo. "Sientes que estás haciendo un buen trabajo con Miles, y ella se vuelve loca en la segunda mitad. O entonces crees que las obligas a lanzar un tiro difícil, y Hannah sale en transición. Así que es difícil, es difícil tener dos escoltas dinámicas ahí".

Se toparon con su primer obstáculo en una isla del Caribe. Las Fighting Irish perdieron dos partidos consecutivos, ante TCU y Utah, en un viaje a las Islas Caimán en el descanso del Día de Acción de Gracias. Notre Dame desperdició una ventaja de 11 puntos en el último cuarto contra las Horned Frogs. Contra Utah, encestaron apenas 10 de 32 en la segunda mitad tras ir ganando por cinco al descanso.

"Necesitábamos un cambio radical en cuanto a nuestro sentido de urgencia", dice Ivey. "Teníamos que volver a trabajar. Pero lo perdimos".

Y sí que dieron un giro. Las Fighting Irish ganaron 19 partidos seguidos, incluyendo un partido de 30 puntos de Hidalgo en una victoria a principios de diciembre sobre Texas, y otro de 29 puntos de Hidalgo en una victoria posterior sobre UConn. ("No sé si hay una mejor combinación de escolta", dice el entrenador de UConn, Geno Auriemma).

Un triple-doble de Miles en una victoria a finales de diciembre sobre Virginia. Un partido de 21 puntos de Citron en enero contra Georgia Tech.

El potente ataque impulsaba la racha de victorias, con un promedio de 85.1 puntos por partido. Las tres escoltas parecían triunfar en la presencia la una de la otra. Antes de esta temporada, Miles promediaba un 24.6% en triples; esta temporada supera el 40% de sus tiros y, durante la racha de victorias, Miles acertó un 41.7%. Citron, la más versátil de las tres escoltas, con su 1.83 metros (6 pies) y su capacidad para jugar a un nivel de élite en ambos lados de la cancha, anotó un 42.3% en triples durante el mismo período. También promedió 2.1 robos por partido, incluyendo siete contra Texas.

"Ella no dice: 'Debería recibir el balón. Es mi turno'", dijo la exjugadora de Notre Dame y actual escolta del Connecticut Sun, Marina Mabrey, sobre Citron. "Espera a que sea su turno. Y lo aprovecha cada vez".

"Todo el mundo habla de Hidalgo y Miles", dice el entrenador de Louisville, Jeff Walz, cuyo equipo perdió dos veces contra Notre Dame esta temporada. "Pero si sacas a Citron de la cancha, es una gran pérdida. Cuanto más siga participando, más se dispersan las cosas. De repente, son muy difíciles de defender".

Después de que las Fighting Irish ganaran su 19no. partido consecutivo en Miami el 20 de febrero, Diggins-Smith, Arike Ogunbowale y otras leyendas de Notre Dame visitaron al equipo.

"Estos son los mejores momentos que puedes vivir con esa camiseta", les dijo Diggins-Smith. "Es un privilegio, así que no lo den por sentado... no tomen por sentada esta oportunidad".


A VECES SUCEDE, ¿VERDAD? A lo largo de una larga temporada, ocurren deslices y momentos de calma. Tres días después de la visita de las ex estrellas de Notre Dame, las Fighting Irish perdieron en doble tiempo extra contra el No. 13 NC State. Hay cosas que pasan.

Pero cuatro días después, las Fighting Irish perdieron contra Florida State. Cayeron al No. 6 del ranking AP. La preocupación crecía.

Notre Dame llegó al torneo de la ACC perdiendo dos de sus últimos tres partidos de la temporada regular.

Ahora están aquí, perdiendo por cinco puntos en el último cuarto contra Duke en las semifinales del torneo de la ACC. Hidalgo sale de una pantalla y se mete en el carril. Se detiene para una flotadora, y el balón rebota en el aro.

Tras las dos derrotas frustrantes para cerrar el mes de febrero, las Fighting Irish han mostrado su verdadero potencial en este partido del 8 de marzo contra las Blue Devils: Hidalgo sacando el balón y abriéndose paso para un contraataque y la falta; Miles encestando un triple en suspensión. Pero durante gran parte del partido, el ataque se ha sentido sofocado, con poca energía y la concentración descentrada.

Ahora viene una pérdida de balón en un pase rutinario cerca de la media cancha. Un mal tiro al final del reloj de posesión. Más regate que pase.

Estos problemas se han ido acumulando en los últimos cinco partidos, culminando en esta derrota por 61-56 ante Duke. (Diecinueve días antes, Notre Dame venció a Duke por 15 puntos).

Ivey predica el evangelio del espacio y el ritmo. Contra Duke, las Fighting Irish solo anotaron 12 puntos de contraataque.

"Creo que hay un factor mental en todo esto", dice Ivey. "Manejar la frustración y llegar a la siguiente jugada. Tenemos que unirnos".

Además del aspecto mental, también está la matemática.

Notre Dame promedió 18.2 asistencias en los primeros 26 partidos de la temporada, pero solo 13.2 en los últimos cinco antes del torneo de la NCAA. Su anotación también se desplomó: 75.4 puntos en los últimos cinco partidos, comparado con 86.5 en los primeros 26. Las Fighting Irish tampoco encestaron tantos triples (4.8 vs. 7.9 por partido) y fueron más ineficientes en tiros de larga distancia (29% vs. 41%).

McGraw señala la metodología.

"[Los equipos] las obligaron a usar una ofensiva de media cancha", dice. "Eso como que las desconcertó. Incluso les quitó confianza. Tenían esa sensación de invencibilidad, y no creo que estuvieran preparadas para usar tanta ofensiva".

El equipo que lució fabuloso durante gran parte de la temporada de repente parecía defectuoso.

El rendimiento inferior de Miles e Hidalgo es un denominador común en las cinco derrotas de las Fighting Irish. En las 26 victorias de Notre Dame en la temporada regular, Miles e Hidalgo promediaron 41.5 puntos, con un 50% de acierto en tiros de campo y un 43% en triples. En las cinco derrotas de las Fighting Irish, esas cifras se redujeron a 34.8 puntos, con un 36% de acierto en tiros de campo y un 28% en triples.

"Cuando nuestro ataque no fluye, necesitamos confiar en nuestra defensa", dice Ivey tras la derrota ante Duke. "Y no pensé que la tuvimos hoy".

A veces, Hidalgo se arriesga y pone a sus compañeras en una situación difícil. A veces, Miles parece pegada al suelo mientras su tarea asignada avanza. A veces, las rotaciones tardan en recuperarse.

Los equipos con escoltas rápidas y atléticas han expuesto una debilidad en la defensa de Notre Dame. Zoe Brooks, de NC State, logró una marca personal con 33 puntos contra Notre Dame. Latson, de FSU, anotó 23 puntos contra las Fighting Irish. Oluchi Okananwa logró 14 puntos (sin un solo fallo) para Duke, la mejor marca del equipo.

Pero la conclusión es que Notre Dame no puede anotar en transición si no puede detener a sus oponentes o generar pérdidas de balón.

"No queremos jugar en la media cancha", dice Citron. "Obtenemos nuestro impulso y energía de la transición, y para estar en transición, necesitamos conseguir paradas".

Las Fighting Irish saben que ya no hay margen de error. Una derrota más y la temporada que parecía tan prometedora se acaba.

"Será nuestra última oportunidad", dice Citron desde el podio tras la derrota ante Duke. "Pasar página, mejorar. Sabemos que tenemos una oportunidad más".

Esa respuesta, esa resiliencia, es lo que Ivey espera.

"Jugamos por debajo de nuestro nivel", dice Ivey sobre la derrota en el torneo de la ACC. "Necesito que este equipo mejore. Cuando volvamos a la cancha, esta derrota nos habrá dejado mejor".


MILES AVANZA POR la cancha, defendiendo a la escolta de Stephen F. Austin, Harmanie Domínguez, en el último cuarto del partido inaugural de Notre Dame en el torneo de la NCAA. Las Fighting Irish ganaban por 41 puntos cuando Miles tropieza, se tuerce el tobillo izquierdo y se desploma en la duela.

Las compañeras de Miles la rodean mientras se agarra su tobillo. Dice algo que las hace reír a todas antes de rodar boca arriba. Hidalgo intenta ayudarla a levantarse, pero Miles permanece en el suelo. Agarra el tobillo de Hidalgo, apretándolo como si intentara aliviar el dolor mientras Hidalgo sujeta la muñeca de Miles.

Parece que será otro mal momento para las Fighting Irish, quizá el último suspiro de sus sueños de campeonato.

Pero Miles juega a pesar del dolor en el partido de segunda ronda contra Michigan, y Notre Dame vence a las Wolverines por 76-55. Miles no tiene un gran partido (ocho puntos y cinco asistencias), pero sus compañeras escoltas cumplen en las estadísticas. Hidalgo anota 21 puntos y Citron 16. La alero Liatu King tiene un perfecto 7 de 7 en tiros de campo, con 18 puntos y 15 rebotes.

"El solo hecho de tener a Liv (Miles) de vuelta, abre muchísimo la cancha", dice Hidalgo. "Es tan peligrosa. Su capacidad no solo para anotar, sino también para involucrar a todas sus compañeras. Tiene una visión de la cancha impecable".

Tras una semana de entrenamientos centrada en la intensidad y las rotaciones defensivas, Notre Dame limitó a Michigan a un 36.8% de acierto en tiros de campo y las Fighting Irish forzaron 16 pérdidas de balón. Se parecían mucho más al equipo de Notre Dame que ganó 19 partidos consecutivos que al que tuvo dificultades a finales de febrero.

"Obviamente, todos saben que pasamos un par de semanas difíciles", dice Ivey, quien busca superar el Sweet 16 por primera vez como entrenadora de Notre Dame. "La forma en que se recuperaron, volvieron a la senda del triunfo, la forma en que defendimos los dos últimos partidos ha sido fenomenal. Estoy muy orgullosa de este grupo".

Parada en la cancha del Purcell Pavilion tras la victoria sobre Michigan -- probablemente su último partido en casa --, Miles agarra el micrófono y se seca las lágrimas. Se lleva la mano a la cadera. "Intento no emocionarme", dice.

Detrás de ella, un grupo de aficionados sostiene tarjetas que dicen, "S-W-E-E-T-!" ("¡G-E-N-I-A-L!"). Un duende graba el momento en video. Miles agradece al público su apoyo a lo largo de las lesiones y el cariño que han mostrado a las seniors. Pero insiste en que aún queda más por hacer. TCU, el equipo que les presentó el primer bache a las Fighting Irish en noviembre, les espera en el Sweet 16, este sábado (1 p.m. ET por ESPN+ y por ESPN3).

Después de algunos giros equivocados, las Fighting Irish han llegado a su siguiente parada, pero no a su destino final.

De vuelta en la cancha, Miles respira hondo. "El trabajo no ha terminado", dice.

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